sábado, 5 de abril de 2008

Quizá me marche mañana

El árbol está más bonito que entonces. Iluminado. Con columnas sujetando sus ramas de porte aristocrático, serio, como quien guarda dentro letras y letras de diarios que no son suyos.
A veces mis ramas se caen por el peso de los recuerdos, malditos sean.
Me hiciste sufrir y amar sin motivos ni razones.
Me hiciste hacerte promesas imposibles de cumplir.
¿Y ahora qué hago?¿Eh?
¿Qué hago yo con mis sueños?
¿Qué hago con mis ilusiones?
¿Qué hago con mis lágrimas?
¿Sigo mirando a otro lado tratando de olvidar?
¿Sigo intentando ser fuerte?
¿Sigo con mis ganas de llorar?
¿Y mis suspiros dónde los guardo?
Dime
A veces todo es tan duro que me derrumbo de lleno, sin esperanzas de recomponerme, sin posibilidad de ... de nada.
A veces escribir tras el prisma húmedo y empañado del dolor no hace más que desgarrarme.
Y así... no puedo.
No es tu nombre, pero ésta me vale:


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