miércoles, 21 de noviembre de 2007

Revisiones

Esta mañana tras comprobar que la tromba de agua cayó toda por la noche y que no había peligro de empape o morir ahogada me decidí a llevar el coche a la revisión. Lo dejé allí a las ocho y media y me vine andando.
Todas las calles estaban mojadas, algunas de ellas acumulaban charcos enormes, y la humedad y el frío se respiraban en el ambiente.
Pensaba en las musarañas cuando un cojín rojo con manchas negras simulando una mariquita gigante me expulsó de mi limbo particular. Estaba en la acera como saliendo de una pequeña caja de cartón junto a la cual había un paraguas verde y blanco abierto con tres varillas rotas y salidas de su sitio. Al lado, tres cartones mal doblados y más marrones de la cuenta medio desvencijados servían de parapeto a la chica del jersey blanco que dormitaba sentada y acurrucada sobre sus rodillas.
- Ha debido pasar toda la noche así- pensé.
En el portal contiguo dos mujeres de mediana edad tomaban un café de máquina y se fumaban un cigarro mientras criticaban a la de la limpieza.
La chica levantó la cabeza y no podía apartar la mirada del vasito de plástico de café humeante que tenía en las manos una de las dos chismosas.
Ellas ni siquiera repararon, estaban demasiado ocupadas.

- ¿Uno con leche?
- ¿Cómo?
- ¿Que si te apetece uno con leche?
- Si
- Aquí tienes
- Gracias, con este frío y la noche que hemos tenido se agradece mucho más.
- ¿Te has mojado?
- Pude encontrar un cajero con la puerta abierta y allí he estado despierta hasta que escampó, nunca se sabe qué puede pasarte dentro de un cajero.
- El mundo está loco
- No, el mundo está lleno de sinvergüenzas, pero ninguno de ellos está loco.
- Puede ser... que tengas buen día.
- Y tu.

Me auriculé y seguí caminando sin escuchar ninguna canción.


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